Perseguidas por Putin, las rockeras de Pussy Riot se adaptan a su nueva vida
El colectivo punk, además de criticar el autoritarismo del gobierno y los vínculos con el poder religioso, cuestiona las estructuras heteropatriarcales de la sociedad rusa.
A poco más de seis años de que tres integrantes de la banda punk rusa Pussy Riot (La revuelta vaginal) fueran a prisión por cantar una “plegaria” a la Virgen María para que deponga al presidente Vladimir Putin, el colectivo feminista sigue activo, pero no en su país, donde la policía lo persigue y donde el mandatario ruso se apresta a obtener un nuevo mandato.
“Espero que no te guste esta canción, ya que está dedicada a cosas realmente repugnantes. Exigimos una reforma inmediata de la justicia penal. Exigimos el despido de policías corruptos y funcionarios de alto rango”, cantan las Pussy Riot, que ahora deambulan de un país a otro, en el reciente videoclip de su canción Bad Apples (Manzanas podridas).
Casi inmediatamente, un grupo de guardias intentó detener a las cuatro mujeres que, con sus pasamontañas, sus calzas y sus vestidos de colores, no se dieron por vencidas y siguieron su canto contra “la alabanza de la iglesia a los dictadores podridos”.