Son mendocinos y han recorrido 30 ciudades de España con la música callejera
Pata, Juan y Nefi son tres artistas de Mendoza que, por distintas circunstancias, se fueron a vivir a Europa. Hace un mes compraron un auto usado, cargaron sus instrumentos y equipos y comenzaron a viajar por Europa. Se ganan -y disfrutan- la vida haciendo música callejera. Sus infinitas anécdotas.
zequiel toca la guitarra y percusión, igual que Juan Efraín –que agrega vientos-, mientras que Neftalí se luce también con vientos y la percusión. La voz cantante –literalmente- la lleva a veces Ezequiel –alias Pata-, aunque por momentos pasa a Nefi sin previo aviso. Y también al infaltable Juancito, quien desde ese cuerpo de casi 1,90 metros saca una inconfundible voz grave.
Los tres son extremadamente versátiles, por lo que no sorprende ver -por ejemplo- a Juan dejando la guitarra para cambiarla por una melódica, aquel instrumento aerófono de lengüetas, similar al acordeón o la armónica, y que tiene un teclado en la parte superior que produce sonido solo al soplar a través de una boquilla.
De lo que no quedan dudas es que los 3 mendocinos (dos sanrafaelinos de nacimiento y uno nacido en San Martín de los Andes, pero de Mendoza por adopción) son “muchachos felices”. Y lo dejan en claro con sus performances callejeras con las que, combinando la espontaneidad de su música y su impronta actoral, ya llevan recorridas 30 ciudades españolas. Y contando…
“Nos pusimos ‘Adiós Muchacho Feliz’ como nombre, porque son tres palabras del español que en cualquier parte del mundo se aprenden rápido”, cuenta Ezequiel “Pata” Galdame, uno de los artífices de esta aventura artística, musical, creativa y callejera.
Si bien los tres amigos se conocieron en la Facultad de Teatro en Mendoza, cada uno llegó a Europa por distintas circunstancias de sus vidas. Pero el vínculo nunca se rompió, y al caer en la cuenta de que sus caminos los habían llevado al Viejo Continente, surgió el proyecto que hoy les permite ganarse y –principalmente- disfrutar de la vida.
“A principios de junio nos encontramos los 3 en Noja, Cantabria, y estuvimos laburando entre una hostería y como lavaplatos. En el tiempo libre, aprovechábamos para ensayar canciones, algunas que son propias del Juan, y boleros y música latina. Y después de mucho laburo, cuando pudimos conseguir un auto usado, empezamos el viaje, cargamos los equipos y empezamos el viaje”, repasa Pata.
“Nuestro norte era el Sur, llegar a Cádiz. Y así empezamos el viaje, haciendo música callejera”, siguen los amigos luego de una de sus tantas presentaciones en las calles españolas.
Los integrantes de “Adiós Muchacho Feliz” (así se los puede encontrar en Instagram) eligen presentarse en terrazas y hacer de las calles y la vereda su escenario. Ni siquiera está en sus planes –al menos por ahora- agendar fechas en un bar.
“Hacemos la calle a propósito, ¡y pasan cosas increíbles! Nos tocó de estar cantando y tocando ‘Piel Canela’ y una señora muy grande que venía con un andador se acercó, dejó el andador y se puso a bailar al lado nuestro. Y estaban todos sacándole fotos mientras la señora bailaba y nosotros cantábamos”, describe Pata.
También les ha pasado de encontrarse rodeados de niños que, con trompetas de plástico e instrumentos de juguete, se unen a la escena para que el ánimo festivo se expanda y la alegría no tenga fin. O con un grupo de turistas alemanes que, en tiempo real y mientras cantaban, los pintaron con acuarela y les obsequiaron esa obra.
Los mendocinos reconocen que tocando, cantando y viviendo la música como lo hacen -a la gorra-, ganan más de lo que ganaban lavando platos. Y pernoctan en el lugar más económico u hospitalario que consiguen, sin importar que este sea un monasterio ubicado al lado de un cementerio y donde, entre las tumbas y la tierra, se asoman los restos óseos.
“Hacemos distintas canciones, pero buscamos defender la cuyanía con nuestro repertorio. Cuando la gente pregunta, no decimos que somos de Argentina, decimos que somos de Mendoza” reconocen, siempre con la sonrisa como estandarte.
MUCHACHOS FELICES
Juan Efraín Ermili (37), Neftalí Villalba (38) y Ezequiel Galdame (39) son los tres muchachos felices que contagian esa alegría a quien se detiene a escucharlos en las calles españolas. Juan y Ezequiel nacieron en San Rafael, mientras que Neftalí es de San Martín de los Andes (Neuquén).
Se conocieron en la UNCuyo y fue su amor por las artes lo que los llevó a cruzar sus caminos universitarios en la Facultad de Teatro. En el caso del Pata, además, es un fiel discípulo del gran “Flaco” Suárez. Y de él aprendió a familiarizarse con los espacios no convencionales para incorporarlos a su escena.
Hace ya algunos años empezó a tomar forma esta idea en los amigos mendocinos. Fue cuando Juan Ermili y otro amigo, Mariano Plaza (alias ‘El Mini’) recorrieron España en bicicleta y quedaron atrapados en un refugio en plena pandemia. Desde ese momento les quedó la pica de seguir recorriendo España, aunque más enfocados en la música.
“El año pasado yo estaba en Cantabria, trabajando en hostelería, y Juan estaba laburando en Países Bajos, poniendo paneles solares. Un día le dije que se viniera y nos sacáramos las ganas de recorrer varias ciudades con la música”, rememora Ezequiel. Y agrega que lo sumaron a Neftalí –Nefi– a la planificación.
En ese momento, Juan y Nefi debieron regresar a Argentina. Pero la semilla de los “muchachos felices” ya estaba plantada y era cuestión de tiempo para que comenzara a germinar. Lo primero era juntar algo de dinero para comprar un auto usado y, en él, recorrer España llevando sus equipos, sus instrumentos y su música.
Antes debían arreglar sus respectivos “bardos”, como ellos definen, para poder abocarse a este viaje.
Ya con los “bardos” resueltos, los tres amigos volvieron a encontrarse en Noja y allí comenzaron su viaje artístico, siempre con la calle como escenario y con la infaltable impronta del teatro.
El itinerario comenzó en San Sebastian y siguió por Pamplona y Villatuerta. Allí conocieron de la existencia de San Veremundo, santo protector de los peregrinos y quien –se dice- los abastece de alimentos.
“Lo nombramos patrono de nuestro viaje y hasta le hicimos una canción a San Veremundo. Incluso, se dice que a quienes no creían en él, los convertía en molinos”, resume Galdame, siempre sonriente.
Los amigos continuaron por Navarra y siguieron hasta Zaragoza. En esta ciudad llegaron a brindar uno de sus inolvidables shows en la entrada de la basílica. Castilla, Segovia, León, la costa de Cantabria y Cádiz han sido también algunas de las ciudades por las que su música ha dejado huella.
“Paramos donde conseguimos lugar y nos reciben. Hemos llegado a alojarnos en un monasterio pegado a un cementerio de personas que murieron de la peste. Y nos pasó de ir a buscar cosas al auto por la noche, al lado de las lápidas, y ver los huesos!”, rememora Pata, y cuenta que le hicieron una canción a ese episodio.
“Los números artísticos en la calle son una costumbre antiquísima en Europa. Incluso desde la Edad Media”, sigue Pata.
EL VIAJE CONTINÚA
La hoja de ruta está lejos de llegar a su fin. De hecho, de cara a las próximas semanas tienen ideado seguir hacia Málaga y Cataluña, donde culminará esta primera parte del viaje.
Luego será el turno de hacer un impasse y de completar trámites burocráticos. Pero la segunda parte ya está diagramada.
Para 2025 se han propuesto dos objetivos. El primero es continuar por Europa (Montpellier, Marsella y Lyon ya están confirmados en Francia), así como también disfrutar del verano gaditano en España.
Pero, además, quieren traer sus shows y su música a Mendoza, Buenos Aires y San Martín de los Andes, siempre con la calle como escenario.
“Siento que Mendoza es una usina de muchas cosas, y que la gente se tiene que animar. A veces nos quedamos, pero es importante saber que lo que hacemos se valora mucho afuera”, concluye Ezequiel “Pata” Galdame.
Fuente: Los Andes