Se radicó en EEUU con su esposo, científico del Conicet, y es furor con su local de empanadas, choripán y mate
Silvia Sánchez emigró hace más de 30 años a Batavia, ciudad cercana a Chicago, para acompañar a su marido. Fue profesora de español, tuvo dos hijas, y hace cinco años puso un local gastronómico con sabores bien argentinos que enamoró a los paladares locales.
Esta historia empezó a puro mate, choripanes y empanadas. Hasta acá nada para sorprender con estas costumbres tan tradicionales en nuestro país. El tema es que una cosa es hacerlo en Argentina, y otra muy distinta a 9069 kilómetros, la distancia que separa a la ciudad de Gonnet en el partido de La Plata -donde vivía- con la de Batavia, estado de Illinois, en los Estados Unidos.
Pero Silvia Sánchez logró imponer allá estos hábitos, aunque al principio sus visitantes la miraban de reojo, digamos. “Cuando vieron por primera vez el sándwich de chorizo nadie entendía nada. Ni que hablar cuando les acercábamos el chimichurri casero que preparaba con maestría mi marido”, explica hoy entre carcajadas.
Pero, ¿por qué ella y su pareja estaban intentando contagiar todos estos hábitos a sus nuevos vecinos? La respuesta es que esta historia tuvo inicio hace más de treinta años cuando ambos ni siquiera lo imaginaban. Sucedió que de recién casados, Gustavo Cancelo, su esposo, trabajaba como científico en el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y por sus tareas profesionales debió trasladarse hacia ese destino y la nueva experiencia duró un tiempo. Luego regresó a la Argentina, pero más tarde tuvo que volver. Y sus vidas fueron transcurriendo sin que pensaran que sería definitivo. Pero allá nació Juliana, su primera hija, y casi sin quererlo se fueron instalando cada día más.
Entre que iban y venían agrandaron la familia. Llegó Martina mientras estaban en Argentina. Pero el regreso a Batavia estaba convenido. Gustavo ya trabajaba para un laboratorio de la zona, estaban encantados con la ciudad ubicada solo a 45 kilómetros de Chicago. Lo cierto fue que cada momento que transcurría se sentían más cómodos. Silvia, que siempre fue docente, pudo ejercer también allá: “Empecé dando clases de español en preescolar y primaria, toda la familia fue adaptándose a esa nueva vida. Así fue que mi hija Juli, a la que le apasiona el arte, estudió su licenciatura, pero más tarde sumó a su veta creativa un máster en negocios, se incorporó a una compañía, pero cuando me jubilé, coincidimos en el deseo de tener nuestro propio emprendimiento. Y un día nació ‘Bocaditos’ (en Instagram: @bocaditoscafe_ba), nombre que puede abarcar tanto a dulces como a salados y nos lanzamos. Nosotras la consideramos nuestra propia casa de encuentros, y allí nos propusimos sorprender a los que lleguen, que no fuera un lugar más. Pensamos que con nuestras propuestas autóctonas, caseras y saludables lo íbamos a lograr. Por eso surgió lo del choripán con chimichurri, las empanadas y el mate, para que nuestra oferta pudiera sostenerse durante todo el día. Y también a la hora del té ofrecerles algo bien distinto”.
Las empanadas causaron furor de entrada. Las hacían de carne con y sin pasas de uva, huevo y aceitunas, de pollo, jamón y queso, humitas, espinaca y queso y cebolla y morrón para los que prefieren los vegetales. Tanto fue el éxito que las familias del lugar las encargaban con tiempo para que no faltaran en sus cenas de Navidad porque las consideraron como una auténtica y novedosa delicia. El choripán tampoco tardó en imponerse. Ya que su presentación les resultaba tan sorprendente como atractiva. “Es que se maravillaron enseguida con su aroma y su sabor irresistible. Nosotras los dejábamos saborear bien, y como a menudo pedían otro para compartir, ahí le ofrecíamos el chimichurri, que nunca habían visto y ni siquiera tenían idea de qué se trataba. Cuando lo agregaban al sándwich nos decían por qué no se lo ofrecimos antes (risas), detalla, y agrega: “por supuesto los de milanesa a caballo no se hicieron esperar. Les encantó la idea de sumar el huevo frito a la carne y elogiaban su sabor. También causó impacto el pollo al escabeche”, recuerda Silvia.
El mate fue otra estrella de las sorpresas de la propuesta. “Al principio, como no lo conocían, no sabían ni cómo había que hacer para tomarlo. Ahora la gente viene al local para desayunar o merendar y se pasa las mañanas y las tardes en el parque con su termo y su equipo completo, que vendemos en nuestro establecimiento junto con la yerba que traemos de la Argentina”, completa.
Detrás de esta iniciativa de Silvia está también su sobrino, el odontólogo Lucas García Sánchez, también de Gonnet, quien además de desempeñarse como especialista en implantología en sus consultorios, es un emprendedor de todo lo que tiene que ver con acercar productos argentinos a otras latitudes. Entre ambos, trabajando mucho y con gran esfuerzo lograron que a Batavia llegaran productos argentinos como yerba mate, dulce de leche, que también ellos elaboran, y vinos, entre otros…
Además fabrican y enseñan a hacer sus propios mates especialmente decorados a los clientes. “Me apasiona generar ese ida y vuelta entre países, apostar a propuestas de intercambio que produzcan nuevas oportunidades, no solo para nosotros, sino también para el país que tanto lo necesita en estos momentos. Y mucho más en familia, con mi querida tía, que me solía cuidar cuando era chico”, explica Lucas.
La pandemia fue otro de los desafíos que lograron superar con las comidas para llevar hasta que se liberó nuevamente el acceso a los restaurantes. Así lo relata Silvia: “El coronavirus también nos impidió concretar un proyecto que teníamos previsto fue dar clases de español compartiendo las tardes tomando mate con la gente generando un lindo acontecimiento cultural. Pero en aquel momento fue imposible hacerlo, luego el negocio fue creciendo, le dedicamos mucho tiempo y esa idea es una cuenta pendiente. Igual en la parte social se dio que el público llegara con sus termos y equipos y pidiera otros de nuestros productos como postres caseros, pan dulce para las fiestas, budines, chocolates, alfajores y porciones de tortas temáticas como la que elaboramos cuando nuestro querido Lionel Messi y equipo lograron el Mundial en Qatar y nos reuníamos para ver los partidos”.
Otra propuesta que desde hace tiempo ponen en práctica es colaborar con comerciantes y gente de la zona para que desarrollen emprendimientos similares, principalmente apuntado a minorías, mujeres que desean poner en marcha sus propios negocios, ayudando a aquellos que lo necesitan. “La idea es propiciar un ida y vuelta entre gente de ambos países conectando empresas, usuarios y futuros propietarios de locales”, sintetiza Lucas.
Para muchas de las propuestas que presentan en su casa de comidas tía y sobrino se inspiraron en viajes turísticos que realizaron por el sur argentino: “Estuvimos en San Martín de los Andes, El Chaltén y otros pueblos cercanos, hablamos con comerciantes, generamos una red muy interesante de emprendedores que logramos conectar y se van relacionando entre sí para que se conozcan sus productos en los Estados Unidos”, detalla Lucas.
Silvia cuenta que se sienten orgullosas de su “casa de comidas argentinas hechas en casa” como se definen, que fue creciendo de a poco: “Tenemos espacio suficiente para recibir 50 comensales aproximadamente, mitad en el local y otro tanto en el patio. Cuando llega el tiempo lindo es un desfile de gente que ya nos pide el choripán como un argentino más y disfruta también de compartir el mate y la charla en grupo. Los inviernos son más duros, con temperaturas bajo cero, pero trabajamos mucho por encargo o para llevar. Y apenas se pone algo más templado ya empiezan a acercarse, en especial los fines de semana, llegan muchos en familia. En Batavia vive gran cantidad de gente joven, hay mucho verde, la vida es más económica que en Chicago, que está a menos de una hora de auto. Por eso muchos estudiantes y parejas la eligen para vivir, por su tranquilidad, principalmente”, describe.
Silvia está feliz con su presente. Aunque reconoce que también extraña: “No te conté que ya tengo una hermosa nieta que Juliana tuvo con Dany, nacido en Batavia, llamada Luciana y hace tres meses le festejamos sus dos añitos. Solo necesitaría volver más seguido a mi querida Gonnet donde está el resto de mi familia, mis raíces, aunque cuando puedo me hago una escapada porque sus tardes entre los árboles tienen un olor sepecial. Ah, ¿y sabés que le pedí a mi sobrino Lucas apenas llegó? Que haga un rico asado así controlo quién de los dos prepara mejor el choripán”.
Fuente: Infobae