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Racing del Copetti: ganó, es líder y Boca está obligado a ganarle al “lobo”

Racing del Copetti: ganó, es líder y Boca está obligado a ganarle al “lobo”

El delantero, desde un ángulo muy cerrado, metió el gol del triunfo ante Lanús. La Academia es el único puntero de la Liga Profesional hasta que el Xeneize juegue con Gimnasia, el jueves.

Era la gran final para Racing. “El” partido. Porque en Lanús, en la penúltima fecha de la Liga Profesional, el equipo de Fernando Gago salió con la posibilidad de ganar para quedar como líder a dos puntos de Boca, que debe jugar el jueves ante Gimnasia. Era el día. Y la Academia lo hizo. Con sufrimiento. Con una tarde sin tanto juego, pero con el fuego sagrado de Enzo Copetti, que se la bancó solito arriba, que fue a todas, que hizo un gol de guapo para llegar a la última fecha con la chance de quedarse con el título.

Habrá que ver cuál fue la charla que tuvieron Gago y sus jugadores antes de salir a la cancha: si el mensaje fue “tranquilos, no nos volvamos locos, esto dura 90 minutos”, pues la Academia cumplió al pie de la letra. Al menos en la primera media hora, ese equipo que pregona la bandera de la presión alta, que rota jugadores, que suele intentar enarbolar el culto por el toque rápido y la descarga, el que genera al menos cuatro o cinco situaciones de gol en un PT, brilló por su ausencia… Demasiado estático arrancó lo que era una verdadera final, porque lo que sucediera en Lanús iba a marcar lo que se jugaría en la última fecha.

La cara oscura de la Academia

Fue un Racing demasiado largo, que abusó de los pelotazos para Carbonero (estuvo muy bien controlado en el primer tiempo), que dejó en absoluta soledad a Copetti, ni más ni menos que un equipo que no tuvo la suficiente inteligencia de sus volantes para saber cuándo acelerar, cuándo frenar y cuándo tocar. No salió a jugarlo como para comerse el campeonato y decir acá estoy yo, sino a ver qué hacía el rival… Es cierto que con el diario del lunes todo es mil veces más fácil, pero cómo se extrañó la mente iluminada de Emiliano Vecchio, esa pausa necesaria y obligatoria, ese pase justo pero sobre todo ese jugador que las pida a todas en los peores momentos para contagiar al resto. Un guapo, ni más ni menos.

Lanús lo raspó, en el primer cuarto de hora lo presionó, le empiojó los caminos y tuvo la único mejor situación por un cabezazo del histórico Sand. ¿Racing? En 45’, apenas tuvo una situación, algo inédito para un equipo que suele llegar mucho y, sobre todo, que quiere ser campeón: apenas un tibio cabezazo de Copetti sobre el final del primer tiempo tras una jugada preparada. Mucho tuvo que ver la imprecisión del medio, porque Aníbal Moreno perdió pelotas innecesarias, Alcaraz se nubló con la pelota y tomó malas resoluciones, Miranda fue una luciérnaga, un pase bien, otro mal… Y, encima, Rojas fue un velero por el Río Iguazú en un día sin viento.

Otra cara

El gol de Copetti (Germán García Adrasti).El gol de Copetti (Germán García Adrasti).

Racing entendió que con la parsimonia de la primera parte no podía aspirar a nada. Por eso salió con otra intención a jugar el segundo tiempo. Desde el vamos, Gago movió el banco: afuera el golpeado Pillud y adentro Mura, un lateral más vertical. Y sacó a Alcaraz para darle vuelo a Jonatan Gómez, un volante con muchísima intensidad. Hubo una mejora. No duró mucho en el partido, pero se vieron algunas triangulaciones, más rotación de la pelota, más actitud para ir por lo que había que ir: la victoria. Pero apenas fue un lapso de 15 minutos. Lo que tardó Lanús en reacomodarse para volver a romper el circuito de creación.

Con el Lolo Miranda en declive, el DT apostó por Nicolás Oroz, que trató de juntarse con la zurda de Rojas. Pero no era la tarde para la Academia. Le faltó lo que mejor hizo en todo el torneo: generar situaciones de peligro. No encontró nunca un pase preciso, los bochazos a Carboneros fueron una sucesión de ladrillazo, Copetti siguió solito chocando contra todos, a la espera de ese pase especial que llegaría a los 36′ del ST tras un pase de Rojas: la más impensada, la más difícil, la más complicada, es la que metió el goleador de la Acadé con cierta complicidad del arquerito De Amore. Enorme lo del punta de Racing, que jugó los últimos 20 minutos lesionado pero con el corazón en las manos.

Había que ganar. Y fue con una dosis de la suerte que necesita un equipo para ser campeón. Ahora le prenderá velas a San Gimnasia de La Plata. Falta una final más. Como dijo Gago, había que llegar a la última fecha con chances de dar la vuelta olímpica. Con el Copetti bien alto.

Fuente: Olé

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