Las fiestas de fin de año, ¿un momento de balance?
Es preferible, a mi juicio, no realizar durante el fin de año balances de vida, sino ir haciéndolos en el curso del año, en acuerdo a sus propios deseos.
Las fiestas de fin de año, en particular el tránsito del año viejo al año nuevo, suelen ser un momento de balance, de evaluación de aquello que se logró, pero también de frustración por lo que no pudo lograrse en el curso del año. Así surgen proyectos de cambio y propósitos loables, como si el fin del año marcara en la persona un momento bisagra en sus deseos. Es preferible, a mi juicio, no realizar durante el fin de año balances de vida, sino ir haciéndolos en el curso del año, en acuerdo a sus propios deseos, y no en función de mandatos externos que nos alienan Los proyectos y deseos están pautados por tiempos internos y no por fechas de calendario.
No se trata de vivir las fiestas como un momento obligado de reunión, sino como una ocasión más de encuentro grupal, pero sin expectativas desmesuradas en cuanto a la “perfección” de dicho momento. Tener en cuenta que las festividades suelen revelar estados de ánimo latentes, ya sea de tristeza o de alegría, una manera de tomar consciencia de un estado de ánimo que en otros momentos del año puede pasar desapercibido.
La presión cultural del gran momento de felicidad que deberían ser las fiestas, no deja de ser una forma de imperativo angustiante: tenés que ser feliz en AÑO NUEVO! Como si un momento de felicidad, algo tan inmanente y subjetivo, pudiera alcanzarse de manera voluntarista en una fecha predeterminada. Es frecuente que en esas fechas las emociones estén a flor de piel. Por un lado, porque son íconos relacionados con la infancia, dan cuenta del tiempo que pasa y de la ausencia de seres queridos que no están más para festejar. Señalan con agudeza la presencia de las ausencias que en otros momentos del año no suelen ser tan vívidas. Como así también, afloran conflictos latentes que pueden paradójicamente revitalizarse ante expectativas desmesuradas.Los grupos más vulnerables son aquellas personas que por el motivo que sea se encuentran solas y no viven su soledad de manera serena. Puede generarse en ellas un sentimiento de exclusión de las festividades colectivas y por ende de la vida en sociedad que incremente su vivencia de soledad angustiante. Pero también los niños en situaciones precarias de vida, momento en el cual las carencias, ya sean afectivas, económicas o ambas, se ponen en relieve. Puede ser un momento de generosa empatía para con el otro que quisiera festejar y no tiene con quién, acercarse, compartir. En ese caso puede ser una magnífica oportunidad de festejar el encuentro solidario.
Me parece que lo importante en las fiestas es vivirlas serenamente, dándoles un contenido simbólico que permita lograr a la vez substancia y sentido.
Y si no se logró una fiesta “perfecta” y Ud. no fue “totalmente feliz”…es porque Ud. es un ser humano que no logrará nunca la perfección…algo que si se logra aceptar….es digno de ser festejado !
Fuente: Ambitofinanciero