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Las elecciones europeas de Mayo avivan una guerra sin cuartel entre Italia y Francia

Las elecciones europeas de Mayo avivan una guerra sin cuartel entre Italia y Francia

Curioso que la crisis diplomática de Italia con Francia, que ha estallado con gran intercambio de acusaciones e insultos, tenga como verdadera causa, por debajo de las peleas patrioteras, unas elecciones cruciales: las que habrá a fines de mayo en el Parlamento Europeo, que puede producir cambios vitales en la identidad de la Unión Europea. Es la búsqueda de consenso la que ha lanzado a los líderes populistas del gobierno italiano a excitar los rencores antifranceses que abundan entre los italianos. Y a alzar el nivel del desprecio por “des italiens” por parte gala. Lo dramático son las consecuencias y los italianos parecen destinados a perder la batalla, una buena razón para que este fin de semana comiencen a prodigarse mediadores y bomberos para apagar el incendio y hacer prevalecer un espíritu institucional de “nuestra amistad de siglos” y la condición innata de ser parientes, primos hermanos ante Europa, lo que luce como una tradición un tanto hipócrita.

Todo se inició hace ocho meses con los ataques a los franceses que rechazaban miles de inmigrantes llegados por el Mediterráneo a Italia y que intentaban pasar la frontera. Francia, como el resto de Europa, no ayudaba a los italianos que debían bancarse los prófugos que arribaban en los “gomones” desde el norte de Africa.

Socios. Los sondeos ayudan al crecimiento de las tendencias de ultraderecha en Italia (Reuters).

Socios. Los sondeos ayudan al crecimiento de las tendencias de ultraderecha en Italia (Reuters).

Los roces fueron creciendo y el hombre fuerte del régimen italiano, el extremista de derecha Matteo Salvini, no le ahorró despechos al presidente francés Emmanuel Macron, a quien llamaba “señorito”. Salvini es un estrecho aliado del partido de origen neofascista de Marine Le Pen, que es la segunda fuerza política de Francia. Salvini y Le Pen quieren formar un movimiento soberanista de tintes ultraderechistas en la Unión Europea y la oportunidad dedar el gran golpe son las elecciones de mayo en el Parlamento de Estrasburgo. Aunque los nacionalistas no ganen el primer lugar, reservado al partido Popular Europeo, conservador y socialcristiano, podrían arribar segundos desplazando a los socialistas en decadencia.

En todo caso, el terremoto sería inevitable porque los soberanistas a la Salvini-Le Pen esperan hacer un pacto con húngaros, austríacos y polacos, que están en otros movimientos, para nombrar después comisarios (“ministros”) de la UE euroescépticos y nacionalistas. Incluso influir en el nombramiento del presidente de la Comisión Ejecutiva que gobierna la UE.

El compromiso de Salvini con Le Pen explica su hastío hacia el presidente Macron, principal enemigo de Marine. Las razones son muy concretas. El nivel del enfretamiento ya había crecido cuando Macron calificó a Salvini y Di Maio, sin nombrarlos, de “lepra nacionalista”.

Como los populistas italianos combaten su propia batalla interna, el crecimiento indetenible de Salvini a nivel popular, como verdugo de los inmigrantes y “limpiador” del Mediterráneo de inmigrantes cueste lo que cueste y campeón de la seguridad de los italianos, está reduciendo el peso electoral del otro polo populista, el Movimiento 5 Estrellas. Lo lidera Luigi Di Maio y en las elecciones del 4 de marzo conquistó el 32% de los votos, contra el 17% de la Liga de Salvini.

Protagonistas. El vicepremier italiano Matteo Salvini (izq) y su colega Luigi di Maio (der.). En el centro, el presidente francés Emmanuel Macron (AFP).

Protagonistas. El vicepremier italiano Matteo Salvini (izq) y su colega Luigi di Maio (der.). En el centro, el presidente francés Emmanuel Macron (AFP).

Pero el predominio de los 5 Estrellas, un partido antisistema con un ala de izquierda anti Salvini, hace agua por todos lados desde que los populistas asumieron el gobierno, el 1 de junio pasado. El último sondeo, difudido este sábado, indica que en las elecciones del Parlamento Europeo, Salvini y los suyos treparían al 34,4%, mientras que 5 Estrellas de Di Maio descendería al 25,4%, un desastre.

En Francia Macron, que había bajado al 18% en noviembre, ha recuperado popularidad y un sondeo le otorga el 34%. En las elecciones europeas su partido conquistaría el 21%, a la par, de los ultraderechistas de Marine Le Pen.

Esta realidad viene apretando a Di Maio contra el muro de la derrota. Es necesario atacar a Salvini y buscar consenso para recuperar votos. El escenario político se ha transformado en un ring. En casi todos los temas se enfrentan Salvini y Di Maio, el país parece al borde de una crisis política terminal y a último momento se arreglan las cosas más o menos. El problema es que Salvini no puede romper: debe esperar los resultados electorales de mayo para demostrar que es él hombre del destino populista, nacionalista, de derecha, de Italia. Pero el país va mal, a la deriva.

La craneoteca de los angustiados líderes del Movimiento 5 Estrellas concibió el tema francés como un instrumento de recuperación. Francia enfrenta una crisis política que se hace crónica por las protestas y la magnitud del movimiento de los Chalecos Amarillos, que en Europa causan gran impresión. Representan a las clases medias y bajas castigadas por la Francia de Macron que los tiene abandonados. Manifestaciones, desórdenes y destrozos, más heridos, presos y algunos muertos, son el pan semanal de las protestas que se concentran los sábados. La resistencia continúa.

Guardia. Militares custodian el Palacio Farnese en Roma, sede de la cancillería italiana (AP).

Guardia. Militares custodian el Palacio Farnese en Roma, sede de la cancillería italiana (AP).

Di Maio, que ya habia viajado a París una vez para alentar a los Chalecos Amarillos (lo que motivó protestas de ingerencia de parte de los franceses y un rechazo de los rebeldes galos a los italianos) reiteró la semana pasada la operación. Esta vez fue con una delegación a París y eligió con notable torpeza a un grupo liderado por Christope Chalençon, un ultraderechista islamófofo que proclama la necesidad de echar por la fuerza al presidente Macron con el concurso de las fuerzas armadas y sustuituirlo por un gobierno militar encabezado por el general Pierre de Villiers, a quien Macron pasó al retiro hace un tiempo por considerarlo poco confliable.

El Movimiento de los Chalecos Amarillos es horizontal, no tiene una organización directiva. Los otros caudillos repudiaron al incendiario Chalençon y a los italianos de Di Maio. El fracaso de la operación del Movimiento 5 Estrellas ha sido tan espectacular como su estúpida decisión de elegir como interlocutor a un delirante golpista ultraderechista que quiere poner en el poder a un militar salvador de la Patria.

Como Di Maio es vicepremier ministro y ministro de Trabajo y Desarrollo, los franceses dijeron basta. El embajador en Roma fue convocado “para consultas”, que diplomáticamente significa una seria advertencia y la crisis se derramó por los dos países, trayendo incluso algunos recuerdos amargos.

La prensa de los dos países recordó que la anterior crisis diplomática se inició en junio de 1940 cuando Benito Mussolini, ansioso de “sentarme en la mesa de negociaciones con algunos muertos” para conquistar un puesto junto al victorioso Hitler, declaró cobardemente la guerra a la Francia de rodillas tras la invasión de los nazis alemanes. Creía que sería más o menos un paseo y se equivocó. Los franceses resistieron y terminaron echando a los italianos, los primos hermanos a los que acusaron indignados de haberles dado “una puñalada en la espalda”. Nunca olvidaron aquella ofensa. También en Francia se siguen incubando rencores anti italianos. Los europeos se han matado entre ellos durante siglos y ahora, aunque tienen una Europa unida que deberían cuidar mejor, guardan siempre rencores, anécdotas y burlas contra sus vecinos, que cada tanto se despiertan.

El presidente italiano Sergio Mattarella volvió a demostrar sus quilates y en toda la crisis dice y repite que debe predominar la confianza mutua, la moderación institucional y la certeza de que por encima de los enfrentamientos debe predominar el espíritu de la comunidad europea de naciones, que hoy son 27 porque Gran Bretaña se está yendo.

Trío. El premier Giuseppe Conte rodeado por Luidi Maio y Matteo Salvini en Roma (EFE).

Trío. El premier Giuseppe Conte rodeado por Luidi Maio y Matteo Salvini en Roma (EFE).

Las malas noticias comenzaron a propalarse. La Air France no quiere más tomar parte en las negociaciones de la propiedad de Alitalia. Algunos desmienten, otros confirman. Están en peligro los fuertes intercambios comerciales. El año pasado Italia exportó a Francia 40.600 millones de euros e importó 30.600 millones, con un superavit de 10 mil millones.

La economía ha entrado en recesión, con un pronóstico de crecimiento del 0,2% en 2019, lo que significa en realidad que la recesión se prolongará. Para demostrarlo, el dato de que la producción industrial ha caído el 5,5%. Pésima noticia porque Italia es la segunda potencia manufacturera de Europa, detrás de Alemania.

Un clima hostil afectaría esta área vital. Francia no quiere recibir a un grupo pequeño de migrantes africanos que llegaron a Italia y se comprometió a acoger. Los problemas en la frontera común pueden aumentar aún más si los franceses aplican el torniquete del rechazo total de “sin papeles” que quieren pasar a su territorio para desesperación y rabia de Salvini que necesita demostrar a los italianos, que piden mano dura, que les sacará a esos recién llegados de encima. El racismo florece en Italia como nunca desde los tiempos del fascismo mussoliniano.

Otra variante que irrita profundamente a los franceses es la denuncia desde el Movimiento 5 Estrellas contra el “colonialismo francés”, una campaña incendiaria contra el franco que circula en los países africanos y que, según los italianos, ayudan a financiar la deuda pública de Francia. Los franceses rechazan esta versión, que sirve a aumentar su rencor despectivo hacia “les italiens”.

“Los Alpes están cada vez más altos”, tituló un diario italiano para dar una idea de cómo la crisis ha hecho crecer las broncas presentes y pasadas entre los dos países, sobre todo a nivel popular. Como siempre los dos se reprochan que su cocina es inferior a la propia, lo mismo que los vinos y los quesos. Estas polémicas, créase o no, son de una enorme importancia para excitar a italianos contra franceses y viceversa. En realidad, las dos gastronomías son formidables, pero hoy decirlo genera más polémicas.

Fuente: Clarín

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