Ex alcalde de Punta del Este entre 2015 y 2021, Andrés Jafif, por el contrario, no vacila: “Necesitamos mucho a esa clase media que dejó de venir, porque representaba un tipo de consumo que se está apagando. Me refiero al que iba a un local de ropa, al teatro, a determinado restorán o el que alquilaba un tipo de propiedad más austera… Bueno, ese turista argentino ya no lo tenemos entre nosotros y se nota su ausencia. Hoy casi no está el argentino del interior, el cordobés, el correntino o el salteño que se animaban a veranear en Punta y que ahora se les complicó el panorama por la situación cambiaria”.
Jafif lamenta “la pérdida de ese huésped que venía por una semana, andaba con el autito buscando la mejor oferta para alquilar y traía dos mil dólares para reventar. Lo que está pasando con Punta del Este, que se acentúa cada vez más, es que se ha transformado en un destino de propietarios que han corrido a los inquilinos. ¿Qué argentino de clase media puede pagar un café a cuatro dólares? ¿Si volverá? Estamos muy expectantes al nuevo gobierno de Javier Milei, pero si no hay cambios profundos, Punta del Este será más que imposible para la clase media argentina que por ahora se despidió”.
No hace mucho podían verse circular por estas calles a taxis argentinos que venían a veranear. “No estamos hablando del siglo pasado, fue en 2017, la última vez que Punta del Este estaba más barato que Argentina y fue la segunda vez en toda la historia”, sonríe Javier Azcurra, director de Relaciones Institucionales del Enjoy, ese hotel que marca la aguja de la ciudad.
“Es evidente que se respira y disfruta cierto aire de exclusividad y eso realza algunos de sus encantos: playas espaciosas, tránsito fluido, restoranes que no están abarrotados. La llamamos ‘la ciudad de los diez minutos’, a cualquier lado que quieras ir lleva ese tiempo”.
La transformación de balneario a ciudad “le dio otro perfil a Punta del Este. Ahora el nuevo residente argentino, que tiene alto poder adquisitivo, elige calidad de vida, seguridad y tranquilidad política. Ahora está arrancando la temporada, pero aquí la gente está en paz en lo cotidiano, reina el silencio, no hay bocinazos, no hay gritos ni bullicios, impera un estado de ánimo muy amable”, analiza Azcurra. “De todas maneras, se planea la idea de recuperar al profesional argentino de clase media alta que se ha perdido por el momento”.
Rosarina, Fernanda Baravalle, operadora inmobiliaria asegura, por experiencia propia, que “Uruguay es caro hasta para los propios uruguayos que como nunca antes están viajando seguido y en masa a Buenos Aires y a otras ciudad de la Argentina. Se dio vuelta la tendencia y ahora es el uruguayo quien, favorecido por el tipo de cambio, cruza el charco”.
Instalada hace unos años en la península, Baravalle puntualiza: “En los últimos dos años empezó a dejar de venir el joven de veintipico, treinta años, profesional, que gana entre 400 y 500 mil pesos, un suelo aceptable, pero que no le alcanza para alquilar y vivir en Punta diez días”.
“Acá 100 dólares son cuatro mil pesos uruguayos que vuelan comprando dos o tres pavaditas. En cambio, en Argentina son casi 100 mil pesos y podés comprar más cosas. Yo entiendo que en mi país la gente se queje por el aumento de la nafta, pero acá en Punta vale U$ 1,97 el litro, claro que los sueldos son más importantes que allá. Yo tengo amigos que me visitan y paran en mi casa, y lo primero que dicen, antes de pestañear, es ‘qué caro es todo en Punta del Este’. Sí, desde Argentina todo parece imposible”.
Presidente de la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este, Javier Sena reconoce que había “incertidumbre antes de las elecciones presidenciales en la Argentina, pero ahora creemos que la temporada será importante y ese argentino que es leal a Punta, lo seguirá haciendo. No va a explotar la península, pero tampoco rebalsará Pinamar, pero vamos a andar bien, si bien éramos cautelosos, tenemos esperanzas en que llegaremos a un 95 por ciento de ocupación”.
¿Por qué no el ciento por ciento? “Porque faltará la clase media argentina, que si bien era cada vez más pequeña, todavía seguía viniendo porque confiaba en la seguridad, los servicios y ese toque de distinción que tiene Punta, que hoy la hace inaccesible para el asalariado”.
Fuente: Clarín