Boca perdió con Platense
Con gol de Pellegrino, el Calamar venció por la mínima al Xeneize, que jugó con 10 gran parte del encuentro por la expulsión de Rojo.
Si hay una palabra que le gusta usar a Diego Martínez para definir una cualidad de su Boca es la intensidad. Es paradójico entonces que lo que más le haya dolido al Xeneize en estos meses haya sido enfrentarse a equipos que hicieron de esa característica el eje de sus planteos. Sucedió hace un par de semanas en Tucumán, o en el segundo tiempo de la fecha anterior ante Talleres, por citar ejemplos cercanos. Pero sobre todo en la derrota por 1 a 0 ante Platense en Vicente López, sede del peor partido del ciclo.
Es que este Boca, que pide a gritos que se termine un semestre de muchas intenciones y pocos resultados, no supo mantener a lo largo del 2024 una regularidad ni en sus mejores cualidades ni tampoco en la de ser inteligente para sostener sus momentos en muchos de los partidos. Y por eso, esta derrota fue la consecuencia de una mezcla de errores propios con la correcta lectura de la dupla Gómez-Orsi, que lo agredió en cada sector de la cancha y no lo aventajó antes por obra de cierto milagro representado por Sergio Romero.
El partido tuvo solamente un tramo de dominio xeneize. Fueron menos de 10 minutos en el primer tiempo, durante los cuales lo más peligroso que pudo generar fue un remate de afuera de Equi Fernández que tapó bien abajo Juan Pablo Cozzani, además de varios córners que parecían anunciar el clásico revés en el trámite que los de Martínez ya se acostumbraron a dar. Antes, ya había surgido el pie de Chiquito -en modo arquero de handball- para rechazar un cabezazo en soledad y a quemarropa de Mateo Pellegrino.
Esa desinteligencia en la última línea no fue la única de la tarde de la zaga formada por Cristian Lema y Marcos Rojo, que duró poco por la expulsión (por doble amarilla) del Capitán apenas superada la media hora de juego, completando uno de sus peores partidos con la azul y oro.
Lo más preocupante de la visita, sin embargo, recién empezaba. Martínez no esperó ni dos jugadas antes de mandar a la cancha a Lautaro Di Lollo en pos de rearmar la defensa. Y para eso, resignó a su jugador más activo en ataque, el postergado Lucas Janson. Es difícil explicar a este Boca, está claro. Y tal vez esa (la titularidad del ex Vélez y su protagonismo, así como el posterior ingreso de Norberto Briasco) sea la mejor manera de hacerlo.
Claro, es repetido el argumento del plantel corto y la falta de variantes, pero la realidad es que ante el Calamar el Gigoló estuvo cerca de tener a su 11 de gala. Y no solo no tuvo una respuesta acorde a las necesidades sino que algo menos también.
El complemento fue directamente un suplicio para el Xeneize. Con poco (otra vez el empuje y la intensidad), Platense lo arrinconó una y otra vez. Con Pellegrino como faro y su propio Ronaldo (el movedizo Martínez, el de la camiseta 77), tuvo el triunfo una y otra vez hasta que -tras el enésimo rebote-, el 9 la mandó adentro.
Diego Martínez miró al banco: ya no tenía más que pibes y le dio un rato a Frank Fabra para intentar el milagro. Sí, con uno menos, pero con la corta distancia podría haber dado para partido de resultado aún abierto. Y no lo fue porque Boca estaba muy lejos de poder siquiera juntar dos pases en campo contrario.
Sin embargo, tuvo la chance. Un error en defensa dejó a Miguel Merentiel y a Briasco solos con un solo defensor, sorteado por el buen pase de la Bestia. Norby, como superado por la circunstancia, atinó a una gambeta a Cozzani pero se quedó clavado cuando el arquero lo atoró. Y terminó en nada.
Hace cuatro meses y unos pocos días, el Boca de Diego Martínez se estrenó en la misma cancha donde este domingo (luego de un paseo por muy buenos momentos de fútbol, clásicos ganados y vivir en el casi), mostró su cara más apagada y desconcertante. Y queda claro que pide a gritos que llegue el receso.
Fuente: Olé