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La mayor inflación en más de tres décadas: el gran problema argentino que atraviesa a todos los gobiernos

La mayor inflación en más de tres décadas: el gran problema argentino que atraviesa a todos los gobiernos

La inflación de 2022 cerró en 94,8% y se ubicó en el nivel más alto desde la hiperinflación. TN revisó los registros históricos del INDEC, que dan muestra de que la variación de precios marcó el pulso de la economía.

La inflación de 2022 cerró en 94,8%, informó el INDEC; y es el número más alto en más de tres décadas. Desde ese momento, pasaron distintas gestiones políticas y una infinidad de medidas económicas que intentaron controlar los precios, pero pocas veces se logró desacelerar ese fenómeno, que quedó al borde de las tres cifras.

Para conocer qué fue lo que sucedió en las últimas tres décadas en materia de precios, TN revisó los registros históricos del INDEC, que dan muestra de que la inflación marcó el pulso de la economía argentina.

Para realizar el relevamiento de los datos, se tomaron como referencia distintas bases, ya que, tal como advierte el propio INDEC a la hora de utilizar las series estadísticas, “las publicadas con posterioridad a enero 2007 y hasta diciembre 2015 deben ser consideradas con reservas”.

Desde 1991 hasta 2007 se tomó la información histórica del organismo oficial sobre el relevamiento de precios del Gran Buenos Aires (la medición de ese momento); luego se utilizó el IPC relevado por el Congreso hasta 2015, inclusive, y desde ese entonces, sí se usó la cifra de inflación a nivel nacional publicada por el INDEC.

A la hora de poner la lupa sobre las cifras de inflación de hace un poco más de 30 años atrás, se puede observar que la aceleración de los precios alcanzó su pico máximo bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, donde la llamada hiperinflación superó el 3000% en diciembre de 1989.

Desde 1991, con la aplicación de la ley de la convertibilidad, que fijó una paridad entre el Austral (la moneda de curso legal de ese momento en la Argentina) y el dólar estadounidense, la variación de precios inició un camino descendente y se desaceleró al punto de acumular tres años con una tasa interanual negativa durante el gobierno de Fernando de la Rúa.

Sin embargo, la recesión económica de esos años desembocó en la crisis del 2001, a la que siguió una fuerte devaluación que impactó de lleno en los precios y la inflación superó el 40% hacia fines del año siguiente.

Para 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno y frente al llamado boom de las materias primas, se acrecentaron los ingresos de la economía y se consiguió un respiro en materia fiscal, cuando se logró alcanzar los superávits gemelos en la balanza comercial.

Pero para 2007, la situación económica se revirtió y la inflación volvió a tomar impulso. Ese año se desató el “apagón estadístico” o intervención del INDEC, que quebró la credibilidad de las cifras oficiales, especialmente aquellas de mayor fragilidad social, como la inflación o la pobreza. Así, comenzaron tomar mayor relevancia las mediciones alternativas, como el IPC del Congreso, las estimaciones de consultoras privadas o el IPC de CABA o San Luis.

La difusión nacional del índice de precios se retomó ya en 2016 y empezó a crecer en medio de la crisis cambiaria de ese momento y la suba de las tarifas que se trasladaron rápidamente a precios. Para ese año, la inflación se acercó al 40% y en 2019 llegó a 53,80%.

En 2020 y con Alberto Fernández en el poder, la irrupción de la pandemia y la parálisis de la actividad frenaron la aceleración de precios, que llegó al 36,1%, pero en 2021 la variación volvió a tomar ritmo y cerró en 50,9%. Para 2022 y 2023, esa cifra ya se convirtió en un piso inicial.

Para entender por qué suben los precios, los economistas marcan una serie de causas, entre las que se encuentran el déficit, la emisión monetaria, la devaluación de la moneda, los precios internacionales, la puja distributiva, la inercia inflacionaria y otras cuestiones que conforman a un círculo que se retroalimenta y pareciera no tener un camino de descenso cercano.

“La inflación es como un incendio: no podría existir sin oxígeno, que es la emisión. Pero el oxígeno no causa el fuego, sino los shocks, por un lado, y el desequilibrio fiscal, por el otro. Ambos tienen raíces estructurales y dependen de la pelea por la distribución del ingreso, pero la puja distributiva no es condición ni necesaria ni suficiente para la inflación. La emisión es condición necesaria para la inflación, pero puede tener atrás problemas institucionales, fiscales, por ejemplo, no resueltos. Entonces, estabilizar sin instituciones fiscales o presupuestarias fuertes es complicado. Y evadirse del rol de los shocks domésticos y externos también es ilusorio”, analiza Fernando Navajas, economista jefe de FIEL.

Para los especialistas consultados por este sitio, que la variación de precios de los últimos años se movió en un esquema de peldaños que ante cada cimbronazo económico se ubicó más arriba sin volver a bajar. “Nos fuimos metiendo de a poco en una trampa inflacionaria que se empezó a acelerar hacia los dos dígitos en 2005. Luego vinieron el déficit fiscal, la emisión, el cepo, y esto no pudo revertirse en el corto período de 2016/19″, siguió Navajas.

Sebastián Menescaldi, director de Eco Go, lo graficó de esta manera: “Hasta 2015, la inflación estaba en torno al 20%. Después ingresaste a la devaluación de 2016 y si ves ya entre 2016 y 2021, el piso es de 40%, 50%”. Y definió: “Cada vez que tenés una crisis vas duplicando los valores anteriores. Después de 2010 siempre el IPC fue arriba del 20%, de 2016 fue arriba del 40% y ahora se acerca al 100%”.

Sector por sector: qué pasó con la inflación en los últimos cinco años

Más allá del largo camino que marcó la historia económica argentina, durante los últimos cinco años, la aceleración de precios se sintió en todos los sectores que releva el INDEC, aunque en algún se notó más que en otros.

Desde 2018, los precios crecieron más, fueron prendas de vestir y calzado, restaurantes y hoteles. Luego aparece el segmento de alimentos y bebidas. A modo de ejemplo, en cinco años, las prendas de vestir pasaron de acumular una suba del 33,1% en 2018 a un 120,8% en 2022. Una dinámica similar se observó en restaurantes y hoteles, que pasaron de un aumento acumulado del 39% al 108,8% el año pasado.

Si bien este último no fue el más elevado, sí es el que tiene mayor incidencia en todas las regiones del país. Además, el rubro alimenticio también estuvo marcado por los acuerdos de precios oficiales -como Precios Cuidados o Precios Justos, por mencionar algunos- que permitieron temporalmente contener las alzas.

Aunque a lo largo del último lustro, los 12 sectores que distingue el INDEC dentro de su relevamiento de precios mostraron un crecimiento ascendente, sí se observó una parálisis importante durante el 2020, el año de la pandemia de Covid-19, cuya tendencia volvió a avanzar al año siguiente y se profundizó en 2022, donde algunos sectores como la indumentaria y los restaurantes superaron el 100%.

Fuente: TN