En Ucrania los soldados tienen un delivery de pizza muy especial en plena guerra
“Coman rápido mientras esté caliente y no haya disparos.”
Un olor a queso fundido, tomate y jamón se apodera del aire de la trinchera. El este de Ucrania es zona bélica y los veteranos de guerra desafían el peligro para llevarles pizzas a los soldados que están en el frente de batalla.
─Coman rápido mientras esté caliente y no haya disparos ─dice Olexi Kachko, entregando las cajas con la marca “Veterano Pizza”.
─¿Esto es para nosotros? ¿Todo esto es para mí?
─Las líneas enemigas están a menos de 80 metros. Quizá incluso huelan la comida.
Con 23 años, Bogdan Chaban y Olexi Kachko combatieron como voluntarios contra los separatistas prorrusos y luego abrieron el local de “Pizza Veterano” en Mariupol, última gran ciudad que controlan los ucranianos en el este.
En la pizzería trabajan veteranos y personas que huyeron de la guerra. Y el delivery llega hasta el mismísimo teatro de operaciones, a unos 20 kilómetros.
Olexi tuvo la idea mirando una serie sobre las tropas estadounidenses en Irak, en la que un soldado soñaba con comerse una pizza caliente.
─Creí que era una idea estupenda… y resultó ser muy estupenda ─dice.
Herido en la guerra, Olexi perdió un pulmón y usó la pensión por invalidez para abrir el negocio con su camarada Bogdan: es una franquicia que creó hace varios años otro exsoldado en la capital Kiev.
─No solo ganamos dinero, también se trata de crear empleos para los veteranos, a los que les falta de todo, y ayudarlos a adaptarse a la vida pacífica.
Según cifras oficiales, más de 300.000 ucranianos participaron en las operaciones militares desde que comenzó un conflicto que en 4 años ya provocó más de 10.000 muertos.
Kiev y los occidentales acusan a Rusia de apoyar militarmente a los separatistas, algo que Moscú niega pese a alas numerosas publicaciones sobre la presencia de sus tropas en la zona de guerra.
Van marchando
Todas las semanas Olexi y Bogdan vuelven al frente de batalla con pizzas que se pagan con donaciones voluntarias. Por razones de seguridad, se acuerdan horarios e itinerarios con el jefe militar.
Esta vez toca en Vodiane, un pequeño pueblo del que huyó casi la mitad de los vecinos.
─Intentamos que el viaje se haga sin peligro ─dice Bogdan, apretando a fondo el acelerador de su camioneta gris en un tramo llano de ruta, a 300 metros de las posiciones del enemigo separatista.
Es una zona de tal peligro que nadie usa teléfonos ni electricidad, no se fuma y solo se habla en murmullos.
Pasan primero por un refugio militar y dejan varias pizzas. Luego llegan a las trincheras excavadas entre la maleza.
Es el último refugio ucraniano delante de los territorios rebeldes y los reciben con alegría. Los soldados les dan la mano y les agradecen: por un día van a evitar la sopa fría e insípida.
Fuente: Clarin